En Estados Unidos el aborto ya no es un derecho constitucional y en muchos estados es imposible abortar. En España, se ha alzado la voz en contra de la iniciativa de Vox en Castilla y León de que, a las mujeres embarazadas, incluidas las que deseen abortar, a ofrecer ver una ecografía 4D del feto y a escuchar los latidos del corazón. En un inicio, Vox quería que fuera obligatorio y justifica la demanda como una manera de que las mujeres puedan tomar la decisión de forma “mucho más consciente”.
Una vez más, Vox queda retratado no solo por su misoginia, sino también por su claro desconocimiento sobre el cuerpo de las mujeres. No se considera feto lo que la mujer tiene dentro del útero hasta la semana 10 de embarazo, antes de esto es un embrión, y en España está permitido abortar hasta la semana 14 de gestación. Por lo que muchas toman la decisión antes de la semana 10 y es imposible realizar una ecografía 4D. El latido del corazón solo puede empezar a apreciarse desde la semana seis.
La cruzada antiabortista alrededor del mundo por parte de formaciones conservadoras, de ultraderecha y religiosas, se está haciendo más evidente que nunca. Es ahora cuando, más que nunca, se refuerza la memoria sobre lo que implicaba (e implica aún) abortar clandestinamente. Tenemos pocos relatos de cómo se vive un aborto, cómo se produce y qué sensaciones provoca. Es eso, tal como escribe la nobel de literatura Annie Ernaux en la introducción de su libro El Acontecimiento, lo que la lleva a narrar el aborto clandestino que realizó en la Francia de los años 60, cuando tenía unos 20 años y estaba en la universidad. En ese momento abortar no solo era un tabú, sino también un delito.
Es un librito corto, de unas 100 páginas, donde Ernaux narra con una prosa desnuda todo el proceso: desde que descubre que está embarazada, hasta cómo consigue contactar con una abortera clandestina, cómo se realiza el aborto y las consecuencias posteriores de este. La tremenda soledad y desesperación que siente la protagonista se hacen palpables a lo largo de la narración, mientras realiza una carrera a contrarreloj para encontrar a alguien que la ayuda a poner fin a “eso”. Porque ni siquiera menciona al embrión como tal.
No hace falta decir que la parte más impactante del libro es la de cuando la mujer le realiza el aborto en su piso de París y de cómo este se acaba desencadenando en un baño de sangre en la residencia de estudiantes dónde Ernaux vivía. La descripción precisa y corta del dolor que siente durante todo el proceso, que se alarga días, y del miedo a morir que experimenta, hacen que te quedes sin palabras.
Hasta ahora ya intuíamos la crudeza de la situación por los cuadros que hizo la pintora Paula Rego de las mujeres portuguesas que abortaban a escondidas durante el siglo XX. Pero la narración de Ernaux te deja con un nudo en el estómago haciendo tomar consciencia de la crueldad que implica prohibir el aborto a las mujeres. El hecho de penalizarlo hace que se marque aún más la diferencia de clase entre las humildes, como Ernaux, que tienen que buscarse la vida como sea e intentar no reproducir el estereotipo de “descarriada de barrio”, y las de clase alta, que pueden permitirse ir a otros países a abortar. Como en la España de Franco, que las mujeres iban a Londres.
El Acontecimiento debería ser lectura obligatoria porque forma parte de la historia de miles de mujeres que, durante siglos, ha sido silenciada. Porque hace tomar consciencia sobre la dureza de un aborto, la soledad que se vive, el miedo que se pasa cuando está prohibido, y de lo cruel que es condenar a situaciones así a las mujeres. Es querer negar la propia autonomía y acceso al cuerpo.