No nos engañemos: no ha sido ni mucho menos un inicio de 2024 espectacular en cuanto a series se refiere. Sin ningún gran título generando macroconversaciones en redes sociales ni ninguna obra maestra de esas que consiguen que todo el mundo hable de ellas, enero, febrero y marzo han quedado en el recuerdo con un saborcillo medio allá. No obstante y pese a todo, este primer trimestre del año nos ha dejado varias cositas que, sin llegar a ser ultramemorables o ultrapopulares, merecen muchísimo la pena: desde The Gentleman, del director Guy Ritchie, a Cristóbal Balenciaga, y pasando por El problema de los tres cuerpos, Shogun, Nos vemos en otra vida o Siempre el mismo día.
Shogun, Max
Probablemente Shogun no te entre por los ojos. ¿Una lucha de facciones para hacerse con el poder vacante de la Japón feudal del siglo XVII? ¿Y con samuráis, katanas y sopa de miso episodio tras episodio? Prefieres ponerte otra cosita. Pero estarías cometiendo un error: si te moló en su día Juego de Tronos, y las probabilidades son bastante altas, esto te va a molar porque conserva ese mismo rollo de alianzas y traiciones entre las casas, amores cruzados impensables y una factura visual asombrosa. Lo único que no tiene son dragones y demás criaturas míticas. Por lo demás, te aseguramos que caerás pronto en sus intrigas cocinadas a fuego lento.
Nos vemos en otra vida
El atentado del 11 de marzo de 2004 perpetrado por las fuerzas yihadistas en varias estaciones de la red de Cercanías de Madrid fue llevado a cabo con dinamita extraída de Mina Conchita, localizada en el término municipal de Avilés, en Asturias. Y una de las personas que se encargó de transportarla desde allí hasta la capital fue Gabriel Montoya, en aquel entonces un adolescente de tan solo 16 años, y como miembro de la banda delictiva liderada por Emilio Trashorras. Una década después, el periodista Manuel Jabois entrevistó a Gabriel para conocer en detalle sus recuerdos y sus emociones de lo sucedido. Y de aquella charla surge esta magnífica miniserie.
Siempre el mismo día
Siempre el mismo día comienza siendo una comedia romántica adolescente y termina siendo algo mucho más serio y significativo. Después de todo, la serie recoge el encuentro entre dos personas que se aman, a veces sin saberlo, el mismo día durante años y años y años, con todo lo que ello conlleva en términos de maduración individual y conjunta. De hecho, es una de las cosas más bonitas que tiene esta serie: que ves la evolución de los personajes capítulo a capítulo y entiendes con mayor claridad que nunca la importancia del buen timing en el devenir de un amor. Y de cómo a veces ni siquiera eso es suficiente. Prepárate para frustrarte, llorar y gozarlo.