Cuando llegué a vivir a Barcelona, en la calle Consell de Cent, justo detrás de la facultad de Letras, había unos quioscos con los toldos más bajados de lo normal. Estaban orientados hacia la pared, no hacia la acera, porque vendían unas revistas porno que no necesitaban tener las portadas desteñidas para parecer viejas. Por allí solo pasaban algunos señores mayores y los quioscos acabaron cerrando. Eran una anacronía, Internet ya estaba allí para ser el gran lugar para el porno: era infinito, variado y más secreto y accesible que nunca.
Ahora, la Fiscalía acaba de relacionar el contenido erótico con el aumento de los delitos sexuales entre jóvenes: en concreto, los casos de menores violadores han subido un 43%; 648 agresiones sexuales y 1.185 abusos; una barbaridad que parece reflejar que los adolescentes tienen una concepción podrida de las relaciones sexuales. No sabemos si este aumento se debe a un incremento real o a una mayor conciencia para denunciar, pero está claro que tenemos un problema, sobre todo las mujeres, si creemos que las relaciones sexuales pueden seguir basándose en una violencia estructural que nos anula.
Acabo de entrar a Pornhub. Me reciben los vídeos más vistos en España traduzco literalmente los títulos del inglés, los calificativos no son míos. El primero: adolescente gótica con tetas gigantes. El segundo: follada anal divertida rápida con corrida en 4K. El tercero: mi primer casting y el dinero más fácil que he ganado. El cuarto: una mexicana se deja manosear por desconocido. El quinto: la gótica quiere todo el semen. El sexto: adolescente femdom inicia a su novio en la castidad bloqueándolo con un cinturón. Sigue: la tetona adolescente Eva Elfie folla con su compañero de clase, cinta de un after con mucho squirt... en Pornhub life, la primera categoría es adolescentes mayores de 18, especifica.
Fantasear con menores es un género y a ellos les pone mucho, a juzgar por el algoritmo del principal agregador de contenidos eróticos. También lo es la ‘pornovenganza’ imágenes robadas que tú no quieres que se hagan públicas pero que tu ex aprovecha para hacerte chantaje y se acaban filtrando, los vídeos de mujeres que intentan escapar y acaban cediendo a los deseos de sus acosadores, las violaciones de mujeres inconscientes... Uno, dos, tres o más tíos que le hacen lo que quieren. Corridas en toda la cara, cachetadas, asfixias... todo esto es lo que ven los menores que entran a esta página por primera vez, incluso a los 11 años, antes de que la propia plataforma empiece a ofrecerles contenido más especializado para sus gustos en función de su consumo y mientras los profesores les enseñan a ponerle un condón a un plátano.
El informe presentado ayer por la Fiscalía destaca el incremento de delitos sexuales cometidos por menores, "especialmente en los casos de delitos de naturaleza sexual ejercida en grupo" como uno de los temas más destacados del año judicial que empieza ahora y que incluye la sentencia del Procés y juicios por corrupción importantísimos. "Se trata de un fenómeno que guarda relación con el uso de la pornografía a través de las redes, donde se representa a la mujer cosificada", dice el estudio. Una de las soluciones planteadas por la Fiscalía, pésima, es la instalación de cámaras de seguridad en las aulas para evitar los abusos. Eso solo desplazaría el problema hacia otros lugares, más lejos incluso de la mirada de los profesores.
Rápido, rápido han aparecido quienes han comparado el informe de la Fiscalía con los que culpabilizan a los videojuegos por el terrorismo o los tiroteos masivos en Estados Unidos. Un análisis a lo Mindhunter de estos homicidas demostró que los asesinos compartían traumas o carecncias afectivas desde la infancia. No podemos caer en la mojigatería y afirmar que el porno crea depredadores sexuales. Necesitamos entender mejor qué hay detrás de estos delitos, gravísimos. Nos debemos una explicación. Se la debemos a la generación que nos sigue. Y nos debemos un porno mejor y una educación sexual que les dé las herramientas para distinguir entre un polvo y una violación.
Nosotros también hemos crecido con un porno de mierda y, poco a poco, hemos buscado vernos reflejadas en un cine erótico más feminista. Los datos que conocimos ayer nos permiten entender mejor las dimensiones de lo que hasta ahora los tíos consideraban "liadas" sin importancia. Esas 648 agresiones y 1.185 abusos nos dan 1.833 oportunidades de preguntarles a ellos por qué lo hacen.