”Nuestra gente es lo primero”, dice C. Tangana en la canción de ‘Me Maten’. Para muchxs, al pensar en quién es nuestra gente, lo primero que se les vendrá a la cabeza es su familia. Sus padres, sus hermanos, tíos, primos... Mataríamos por ellxs, mentiríamos, intentaríamos hacer cualquier cosa que estuviese en nuestras manos para ayudarlos si están pasando por un mal momento. La familia es lo primero, le dice también la abuelita de Rosalía en catalán a la cantante en la canción “G3 N15”. ¿Pero qué pasa si tus padres son unos cabrones y te han hecho la vida imposible? ¿Tenemos que sentirnos culpables por querer cortar con ellos? ¿Por querer distanciarnos, a pesar del dolor tremendo que nos han causado?
Romper con nuestros padres va en contra de todo lo que nos han enseñado sobre la familia. Sobre todo en sociedades como la nuestra, tan familiares. Pero los jóvenes estamos rompiendo con esta imposición social. O al menos, así lo demuestran los datos. Un estudio de la Universidad de Cornell descubrió que en 2020, el 27 % de los estadounidenses mayores de 18 años estaban separados de un miembro de la familia. La etiqueta #ToxicFamily tiene 1.900 millones de visitas en TikTok, y es que más y más jóvenes están rompiendo el tabú. Incluso hace poco, Inés Hernand dijo en una entrevista que no porque te hayan parido tienes que tener una buena relación con ellos. Y es que ella es una de las caras visibles que intentan romper con ese estigma.
Las razones pueden variar. Desde historias de maltratos y vejaciones, a una diferencia ideológica que no te permite ser quien eres. Que se esté haciendo más no implica que no sea menos doloroso.
Reacciones mixtas
Quincee Gideon, psicóloga radicada en Los Ángeles que se especializa en terapia de trauma, explica a Cosmopolitan Estados Unidos que las reacciones de las personas ante el distanciamiento familiar son mixtas y pueden cambiar a lo largo de la vida.
”Algunas personas tienen muchas esperanzas de que su familia pueda cambiar”, dice Gideon. “Pero cuando las personas llegan al distanciamiento, han pasado años tratando de establecer límites apropiados, vivir con decepciones, aceptar los defectos de su familia y negociar de tantas maneras diferentes que el distanciamiento es un alivio”.
Es mejor dar un paso tan importante con el apoyo de un terapeuta, recomienda Gideon. En su propia práctica, pide a los clientes que tomen pequeños descansos del contacto con un miembro de la familia para evaluar el impacto emocional. ”¿Valió la pena? ¿Fue un alivio? ¿Fue estresante de alguna manera que no anticipamos? Luego partimos de ahí”.