La muerte no está entre tus principales preocupaciones. Eres joven. Tienes mucho futuro por delante. Mucho que experimentar. Mucho que equivocarte. Mucho que acertar. Y el final de la aventura te parece aún muy lejano. No obstante, y en esas ocasiones en las que, por cosas de la vida, sí pulula por tu mente, sueles tener dos ideas muy claras: la primera es que es inevitable y la segunda es que te encantaría poder llegar a ese día con la conciencia totalmente tranquila por haber vivido exactamente cómo querías. Por desgracia, y si eres mujer, las probabilidades de que ese deseo no se cumpla son bastante altas. Es la conclusión de un nuevo estudio llevado a cabo en la Universidad de Harvard.
En concreto, y como apuntan desde El Confidencial, la investigación, liderada por el prestigioso psiquiatra Robert Waldinger, “ha revelado cuál es el mayor arrepentimiento entre las mujeres de avanzada edad: haberse preocupado demasiado por las expectativas y opiniones de los demás”, hasta el punto de haberse dedicado en cuerpo y alma a intentar complacer al resto y a ajustarse a lo que la sociedad esperaba de ellas, aun cuando ello suponía ignorar sus propios deseos y sus propias necesidades. Como añaden desde dicho medio, “muchas de ellas habrían querido ser más fieles a sí mismas y prestar menos atención al que dirán”. Haber sido más libres. Más independientes.
Cuidarse a una, por encima de todo
Porque esa búsqueda de validación externa no solo les ha privado de muchos de los placeres que anhelaban: también les ha conducido poco a poco a la insatisfacción vital y a la pérdida de identidad. Al fin y al cabo, ¿quién eres cuando no haces lo que te nace sino lo que un guion loco y sexista establece? Cualquier cosa menos tu yo auténtico. Y obviamente esto no es fruto de la falta de carácter ni de ninguna otra gilipollez a la que quieran recurrir los reaccionarios de turno. No es parte de la personalidad femenina amoldarse a las exigencias sociales. Ni obedecer. Ni cumplir las expectativas ajenas. Todo esto es consecuencia de una opresión histórica y sistemática. De un sistema injusto.
En este sentido, escriben, “el mensaje que estudio deja a las nuevas generaciones es claro: vivir fiel a uno mismo es esencial para alcanzar la vida plena”. Y rodearte de personas que te respeten y te cuiden. Que no te coarten. Que no te juzguen. Que te animen a hacer lo que deseas y a desarrollarte en toda tu plenitud. No en vano, y según el mismo estudio de Waldinger y su equipo, lo que más orgullo produce a quienes ya han superado los ochenta años son las relaciones que han cultivado durante su vida. Esas conexiones son la clave. El gran logro. Pero recuerda: que sean conexiones que te hagan libre y no te repriman de una u otra manera. Tú aún puedes evitar ese arrepentimiento.