En los últimos años se ha hecho mucho hincapié desde la sexología profesional en no convertir el orgasmo en el centro de las experiencias sexuales. Al fin y al cabo, es bastante más que eso, y desplazarlo del trono en el que estaba asentado proporciona una relajación, un juego y una armonía que difícilmente puede alcanzarse cuando cada una de las partes está obsesionada con correrse. No obstante, no podemos ser tan ingenuxs como para creernos el intento de autoengaño de que no nos importa. Porque importa. Te importa. Es un boom de placer y de hormonas que te dejan como nuevx. Claro que lo deseas. Y sin embargo, hay una corriente sexual que propone que lo frustres.
Es la corriente del orgasmo arruinado. Según cuenta la educadora sexual Lola Jean en una publicación para Men’s Health, “ocurre cuando se eliminan los estímulos sexuales justo antes de que tenga lugar el orgasmo”. Imagínatelo. Estás a puntito de correrte y la otra persona para de tocarte, disminuye muchísimo la velocidad o simplemente pasa a acariciarte en otro lugar que no son tus genitales. Tienes un orgasmo, pero no es el orgasmo que parecía que ibas a tener. Es un orgasmo menor. Un sucedáneo. En palabras de la terapeuta sexual Donna Oriowo, “tener un orgasmo arruinado es como coger una galleta con chispas de chocolate y que resulte ser de avena con pasas cuando la muerdes”
Razones para arruinarte tu propio orgasmo
Y sí, es comprensible que estés preguntándote lo que estás preguntándote: “¿para qué mierda querría yo arruinarme un orgasmo?”. No parece tener nada positivo, salvo que sí lo tiene. Como dice la propia Jean, “algunas personas disfrutan de la sensación de estar cachondas y desesperadas”. Otras disfrutan de ser un poquito malas y tener tanto control sobre el placer, la satisfacción o la decepción de la otra persona. Es una modalidad de juego de poder. “Cuando una pareja controla la calidad y duración del orgasmo de la otra, la dinámica de poder puede ser candente para todos los involucrados”. Incluso si tienes prejuicios acerca de ello, podrías darle al menos una oportunidad para ver.
¿Sí? Pues lo primero es hablarlo y asegurarse de que ambxs partes entienden de qué va. Recuerda que no se trata del edging, la práctica de llevar a la otra persona al borde del orgasmo y luego cortarlo (aunque esto también puede molar), sino de provocar orgasmos pobres de la manera en la que acordéis. ¿Parar el vibrador en los segundos claves? ¿Dejar la lengua totalmente quieta durante el sexo oral? ¿Pedirle que pare totalmente cuando está masturbándose muy cerca del clímax? Vosotrxs decidís. Ah, y lxs expertxs recomiendan tener una palabra de seguridad para parar la movida cuando alguna de las partes lo desee. Nunca sabéis cómo vais a sentiros. Mejor estar preparadxs.