Los silencios incómodos no son incómodos en sí mismos: es el juicio que tú y la otra persona hacéis de ese silencio lo que lo convierte en algo agradable o desagradable. En palabras de la experta Tara Denneny, “en nuestra búsqueda de una comunicación constante y una charla interminable, a menudo olvidamos que el silencio puede ser una herramienta de conexión tan poderosa como las palabras”. Una que os ayuda a construir intimidad emocional. Una con la que podéis demostraros vuestra confianza y comodidad mutua. Una desde la que podéis ofreceros respuestas más reflexivas. La pregunta es: ¿cómo aprender a transformar esos silencios tontos en silencios hermosos?
Denneny tiene tres consejos, el primero de los cuales consiste en practicar la atención plena cuando estáis juntxs. “En lugar de evitar silencios incómodos, acércate a ellos con curiosidad: participa plenamente en el momento, observando las señales no verbales de tu pareja como son el lenguaje corporal o las expresiones faciales, así como la atmósfera general que te rodea”. No contemples ese silencio con ansiedad. No aceptes esa sensación de urgencia que te dice que hagas algo para romperlo. Abrázalo. Saboréalo. Encuentra a la otra persona en esa calma. Mira la manera en la que tu pareja se mantiene relajada y en paz. Aprende cómo es cuando no está haciendo nada. Eso también es ella o él.
Y aprovecha el potencial emocional del contacto físico. Como recuerda esta especialista, basándose en los resultados de un estudio realizado este mismo año por un equipo internacional de científicxs, “el contacto afectuoso frecuente fortalece el amor entre parejas” y un gesto simple como tomarse de la mano puede transmitir mensajes tan significativos como “estoy aquí contigo y estamos juntos en esto”. Un toque suave en el hombro, un cálido abrazo, una caricia en la mano o un pequeño beso en el cuello son otras formas muy poderosas de declararle a alguien tu cariño sin necesidad de verbalizarlo con palabras y romper el silencio. Os armoniza en mitad de esa aparente nada.
Por último, Denneny te recomienda entrenar lo que ella llama “el compañerismo silencioso”. Es sencillo: se trata de buscar conscientemente esos momentos de silencio para realizar actividades que os molen a lxs dos. Y no tienen por qué ser actividades que hagáis juntos. Quizá cada uno esté leyendo su propio libro. Quizá cada uno ande metidx en su propio proyecto personal. Tal vez tú estés coloreando mandalas y la otra persona construyendo una maqueta. Da igual. La cuestión es que entrenéis vuestro confort en el silencio compartido. Hasta que lleguéis a ese estado tan bonito en el que podáis andar paseando por la ciudad en silencio sintiéndoos maravillosamente conectadxs.