Lo has vivido tantas veces que ya estás cansadísimx: haces match con alguien en alguna plataforma rollo Tinder o Bumble, os ponéis a hablar y hablar maravillas sin parar unos cuantos días y cuando por fin os conocéis en persona todo estalla para mal de una manera u otra. La ilusión se desvanece. El click se deshace. El romance se va a la mierda. Y obviamente no te pasa solo a ti. De hecho, le ocurre a tanta gente que mucha ha decidido mantener esos idilios amorosos solo en el plano digital para evitar la vulnerabilidad del cara a cara, huir de una profundidad que puede ser compleja y protegerlos. Es lo que se viene conociendo como hacer dexting, una combinación entre dating y texting.
Como explican desde El Confidencial, “en un mundo donde la interacción social se ha visto cada vez más mediada por dispositivos y aplicaciones, muchos jóvenes encuentran en el daxting una manera de mantener una conexión emocional sin el desgaste de una relación convencional”. Os mandáis fotitos. Os mandáis mensajes muy bien pensados para proyectar la imagen de vosotrxs que queréis. Os dais los buenos días. Y las buenas noches. Y os preguntáis qué tal va todo para ofreceros apoyo mutuo. Pero alejáis los momentos incómodos, los hándicaps de la espontaneidad y las imperfecciones de la naturalidad. Preserváis la magia a costa de la autenticidad.
No es todo fantasía
En palabras de una joven que practica el dexting para la revista digital Your Tango, “es como vivir una versión de la película Her, pero con una persona real al otro lado”. Nunca le has visto reaccionar in situ a algo que le molesta. Nunca has presenciado como gestiona la ansiedad. Nunca has percibido en su rostro la inseguridad. Solo tienes sus textos medidos y sus audios. Es como un ente sin cuerpo. Pero a ti te vale. Te proporciona compañía. Te hace sentir bien. No obstante, y como apuntan algunxs expertxs, el daxting no es todo fantasía y bondades: como ya te habrás planteado mientras leías todo esto, es una práctica con muchas oscuridades cuando la reflexionas en detalle.
Porque no deja de ser una manifestación de tus miedos. De tus inseguridades. De tu intolerancia a la decepción. En cierto sentido, es algo así como una rendición ante los fracasos románticos. Un abrazar lo superficial pero cómodo para no tener que esforzarse en algo más complejo y significativo. Se trata, dicen desde El Confidencial, de “una manifestación de la sociedad moderna, en la que la inmediatex y el control son prioritarios frente a las conexiones profundas y espontáneas”. Nos guste o no, la inmensa mayoría de nosotrxs necesitamos el calor de un abrazo y el amor de una mirada. Renunciar a ello por cobardía quizás no sea la mejor opción. ¿Tú qué opinas realmente?