¿Alguna vez te ha pasado que te enfadas viendo el feed de uno de tus amigos porque parece una persona odiosa que no tiene nada que ver con su versión real? Tal vez, en la vida cotidiana, es cercano, divertido y auténtico, pero en redes sociales parece alguien completamente distinto: engreído, superficial o excesivamente perfecto. Este choque entre el yo digital y el real no solo puede generar frustración, sino también impactar negativamente nuestras relaciones personales.
Marc Masip, psicólogo y autor de Desconecta, explica en El País que las redes sociales son un escaparate donde las personas muestran una versión idealizada de sí mismas. “Colgamos aquello que queremos que los demás crean o sepan que somos, lo mejor de nosotros. Eso no es la vida real”, afirma Masip. Cuando la imagen digital difiere enormemente de la real, esto puede provocar incomodidad en quienes conocen al individuo fuera de las pantallas.
Así te influye en la percepción de los demás
Este fenómeno, a veces llamado “catfish invertido”, no implica crear una identidad falsa como en las aplicaciones de citas, sino resaltar solo ciertos aspectos para proyectar una vida más interesante o perfecta. Cuando la personalidad online de alguien no encaja con su yo real, puede erosionar la percepción que se tiene de esa persona.
Que levante la mano quien no ha acabado silenciando algún perfil de un compañero de curro o de clase porque ha acabado hasta las narices de sus posts.
El impacto en la relación depende de cómo percibamos el comportamiento digital de nuestro amigo. Si creemos que le está haciendo daño, podría ser necesario mencionarlo. En cambio, si simplemente nos incomoda, deberíamos preguntarnos si estamos siendo demasiado críticos.
Hablar con el amigo en cuestión puede ser útil si se hace de manera empática. A veces detrás de esta disociación entre lo que se muestra en las pantallas y la vida real puede ser síntoma de algún problema que esa persona no sabe cómo expresar. Otra opción menos confrontativa es silenciar sus publicaciones, una función que plataformas como Instagram permiten desde 2018. Esto evita que el contenido genere incomodidad sin necesidad de romper la relación.
Las redes sociales son una “alucinación controlada”: reflejan solo partes de la realidad y amplifican las distorsiones. Reflexionar sobre por qué nos molesta la versión online de alguien puede ayudarnos a gestionar nuestras emociones y evitar que el mundo digital afecte nuestras relaciones reales. En última instancia, aprender a separar lo virtual de lo personal es esencial para mantener vínculos sanos y auténticos.