‌Qué son “los terceros lugares” y por qué nos unen en las ciudades

Más allá de la casa y el trabajo, hay sitios que nos unen con las personas

La rutina nos ahoga y a veces nuestros días parecen sucederse uno detrás de otro sin ningún cambio aparente. De casa al trabajo y del trabajo a casa. Hasta que esa monotonía asfixiante se corta cuando decidimos, por ejemplo, pasar la tarde en un café, leyendo un libro o simplemente saboreando un croissant con una reconfortante bebida caliente. Ahí sentimos una calidez repentina, acompañada por las voces de las otras personas que nos rodean, ya estén solas o conversando con alguien más. Nos sentimos reconfortadxs, rodeados de esa comunidad de personas desconocidas.

Ese café no es nada más que un “tercer espacio”, un concepto que acuñó en los 80 el sociólogo estadounidense Ray Oldenburg. En nuestras vidas citadinas, solemos tener espacios como la casa o el trabajo, pero también existen esos lugares que nos hacen interactuar con otras personas y tener ese sentimiento de pertenencia y de comunidad que sería imposible aisladxs en nuestros hogares. Además de los cafés, son “terceros lugares” las peluquerías, donde cotilleamos con señoras de cualquier edad de nuestro barrio; las bibliotecas o las tabernas.

Como explican en un artículo de la Unesco, el concepto de terceros espacios “nos recuerda que los vínculos humanos necesitan nutrirse con cierta frecuencia y que la comunidad depende de cosas tan sencillas como algunas mesas, un anfitrión amable y buena disposición para ver lo que pasa cuando nos juntamos con otros”.

Esos terceros espacios nos hacen experimentar el sentimiento de pertenencia, de que no somos seres deambulando por el mundo ajenos a nuestra comunidad. Hay que aclarar que sitios como los supermercados o los pasos peatonales no representan terceros espacios, a pesar de que sean sitios públicos. Tampoco lo sería la sala de espera de un aeropuerto, aunque haya más gente rodeándonos. Normalmente, en un tercer lugar se sirven bebidas calientes y el papel de la conversación es fundamental. Existen cervecerías, cafeterías, sitios donde se vende solo té, vinotecas o sitios para tomar zumos refrescantes.

Los cafés, el tercer espacio por excelencia

En los cafés, a lo largo de la historia, se han llevado a cabo conversaciones decisivas para la humanidad. Aunque ahora todo querramos solucionarlo con una llamada de Zoom o con un mensaje por WhatsApp, todavía hay conversaciones de alto nivel en cafeterías de todo el mundo. En un inicio, los cafés se consideraban lugares peligrosos, pero pronto empezaron a ser lugar predilecto para políticxs e intelectuales.

Si quieres hacer una prueba, puedes intentar sentarte en cualquier café de tu ciudad, o incluso ir a alguno céntrico, e intenta escuchar las conversaciones de los demás. Más allá del cotilleo, te darás cuenta de que no solo se hablará de política, también podrás ser capaz de encontrarte unas disculpas entre dos enamoradxs, o el sollozo de alguien a quien acaban de dejar. Ese ruido de fondo que de repente sobresale no es banal, es el que nos acompaña en los terceros lugares y nos hace sentir que pertenecemos a una comunidad de gente.