No es conservadurismo ni mucho menos. Tampoco un alarmismo exagerado. Es una realidad de la que llevan advirtiendo años y años muchxs especialistas de la salud mental: la pornografía, con sus chutes de dopamina y sus representaciones artificiales de la sexualidad, hacen mucho daño a lxs más jóvenes de nuestra sociedad. Al fin y al cabo, son personas cuya visión de las cosas, incluida el sexo, se encuentra en una etapa de conformación y consolidación. Lo que ven les influye significativamente. Conscientes de ello, desde el gobierno han desarrollado una app que prohibirá el acceso al porno a los menores de 18 años. Se acabó lo de pulsar soy mayor de 18 años sin serlo.
¿Que cómo funciona? Como explican desde Business Insider, se trata de una aplicación de cartera digital que se deberá instalar en el móvil y que pedirá al usuario del mismo que verifique su edad mediante su DNI. En palabras de Carmen Cabanillas, directora general de Gobernanza Pública, “la aplicación no almacenará ningún dato personal, solo una letra K que es la que garantiza que el ciudadano es mayor de edad”. Anonimato y privacidad. Control y protección. ¿Y si el usuario no quiere bajarse la aplicación? Entonces no podrá acceder al porno porque las plataformas que proporcionan estos contenidos estarán obligadas a obtener permiso a través de la misma.
Paso a paso: así funciona la app
“Una visión más gráfica ayuda a entender cómo funcionaría la aplicación: un usuario intentando acceder a una plataforma de contenido para adultos vería cómo carga una página del Gobierno con un código QR. El usuario que previamente se haya descargado la aplicación y haya solicitado la certificación solo tendrá que leer ese código QR con el móvil”, cuentan desde el citado medio. Por supuesto, hay alternativas y lxs jóvenes pueden seguir consumiendo porno a través de las apps de mensajería o de redes sociales. En este sentido, dice el ministro de Transformación Digital y Función Pública, José Luis Escrivá, se trabajará para que también deban comprobar la edad.
Todo para darle la vuelta a una situación delicada. En palabras del mismo Escrivá, “las consecuencias del acceso de menores a contenidos para adultos son muy graves y nos implican a todos”, sobre todo teniendo en cuenta que, siempre según sus datos, la mayoría de jóvenes de entre 18 y 26 años de nuestro país considera que los contenidos pornográficos son un reflejo fiel de la sexualidad real. Toda esa frialdad, toda esa dominación, toda esa humillación... No la ven como una alternativa sexual más que debe ser consensuada. La interiorizan como la versión arquetípica del sexo. Lo que los encuentros sexuales deben ser. Y nada más lejos de la realidad.