Plant parent: cuando la precariedad te lleva a cuidar tus plantas como si fueran tus hijos

Sin estabilidad laboral ni económica ni romántica incluso una mascota puede ser demasiado

Unas cuantas décadas atrás, con tu edad, la gente ya solía tener hijos. Era lo normal. Lo que la sociedad esperaba. Hoy las cosas son bastante diferentes: en España hay tres millones más de perros que de niñxs y parte de la generación milenial y centenial se autoconsidera madre o padre de esas criaturas peluditas. Y lo mismo ocurre con las plantas. Sí, has leído bien: según una encuesta del medio online Articulate, siete de cada diez jóvenes se considera plant parent. Para ellxs no es un hobby más con el que llenar su tiempo, no es una tarea doméstica más, no es parte del cuidado estético de su hogar. Es una relación profunda con sus responsabilidades y sus recompensas.

En palabras de Sandra Tena, profesora colaboradora de los Estudios de Economía y Empresa de la Universidad Abierta de Catalunya, para el portal web de la institución, “después de la pandemia, estas generaciones pasaron de ver las plantas como posesiones a apreciarlas como una experiencia en la que el valor se obtiene a través de la interacción y el compromiso”. Y tiene sentido: el impulso de la maternidad y de la paternidad está en el ADN de buena parte de las personas y, ante la imposibilidad o la negativa a ceder a este impulso, termina en ocasiones desviándose hacia otros sujetos de amor. En este caso las plantas. Unos seres que piden muy poquito a cambio.

Efectos positivos de las plantas

Y dan mucho. Como señalan desde esta universidad, “además de ayudar a crear espacios más bellos, el 81% de los encuestados afirma que añadir plantas a su espacio ha tenido un efecto positivo en su salud física y mental”. En primer lugar, por una cuestión biofílica: tu genes no son ajenos a la naturaleza y mantenerte cerca de ella te transmite familiaridad, tranquilidad y seguridad. Disminuye tu ecoansiedad. En segundo lugar, porque “es un antídoto contra la dinámica de la sociedad de la inmediatez” dado que “en la jardinería nada es instantáneo”. Es una manera de practicar mindfulness. Y, en último lugar, y como decíamos, porque suple tu necesidad de cuidar.

Aunque lxs expertxs no están convencidos de que este cuidado pueda llegar a ser mínimamente equivalente al de una hijx ni tan siquiera al de una mascota. Según Enric Soler, profesor colaborador de los Estudios de Psicología y Ciencias de la Educación de esa misma universidad, “comparar los cuidados, responsabilidad y compromiso que requiere una planta con los que requiere un animal de compañía es una aberración y si nos lo planteamos como banco de pruebas de una posible paternidad, ya rozamos el delirio”. ¿Pero qué haces? Tanta precariedad económica, laboral, habitacional y romántica hace casi imposible tener un bebé. Es el mundo que has heredado.