¿Cuántas veces no has dicho con tus colegas eso de iros a Latinoamérica o África a hacer un “voluntariado” durante las vacaciones? Cuantos perfiles de Tinder no te has encontrado de tíos y tías con fotos de niños negros en su voluntariado. Ese síndrome del salvador blanco y la necesidad de postureo está transformado en voluntariado en países en desarrollo en “volunturismo”.
Lo que antes se concebía como una noble oportunidad para ayudar a comunidades necesitadas, ahora se ve contaminado por el postureo de las redes sociales y el turismo disfrazado de altruismo. Vamos, que el objetivo por el que puede que estuvieras pensando en hacer un voluntariado en África no sea puramente ayudar sino buscar una manera “barata” o “diferente” de hacer turismo.
El volunturismo no cumple con los principios básicos del voluntariado responsable. Las comunidades locales no se benefician de manera significativa, y los voluntarios a menudo carecen de la formación adecuada para entender y respetar el contexto en el que trabajan.
Porque sí, amigui, lo primordial antes de hacer un voluntariado es pensar qué puedes aportar tú, no irte a la brava. Esto no va de lo “enriquecedora” que pueda ser la experiencia o la oportunidad para ver nuevas realidades, sino de cómo puedes mejorar la vida de la gente a la que quieres ayudar.
Cuando se convierte en una experiencia “instagrameable”
Si eres estudiante de medicina puedes ayudar en muchos campamentos, pero si no tienes habilidades útiles para los lugares donde se necesita ayuda, lo único que harás será estorbar.
En los últimos años, este problema se ha agravado con el postureo de Instagram y similares. Ahora todo es “instagrameable” y consumimos experiencias, por lo que irte a hacer voluntariado es otra “experiencia” a consumir. Otra vez, nos ponemos a nosotros en el centro de la cuestión cuando el centro debe ser el lugar donde vas a ayudar. Este postureo ,sobre todo, ha alimentado el síndrome del salvador blanco: jóvenes voluntarios publicando fotos con niños locales, sin entender que están perpetuando una dinámica de poder problemática y racista.
Incluso hay casos de empresas que están vendiendo tours turísticos como “voluntariado”. Según explica a La Vanguardia Montse Santolino, coordinadora de Lafede.cat, sin las redes sociales las empresas que organizan estos viajes turísticos tendrían un 80% menos de clientes.
Estas empresas, motivadas por el lucro más que por el altruismo, crean paquetes de voluntariado que prometen experiencias exóticas y gratificantes, pero que en realidad explotan a las comunidades locales y, en particular, a los niños.