La transición energética, de las fuentes de energía contaminantes (como el carbón o el petróleo) a las fuentes de energía sostenibles (como el aire o el sol), es imprescindible para combatir el cambio climático y evitar escenarios futuros totalmente aterradores. No obstante, eso no significa que sea una transición sencilla. Al parecer, el hecho de que la hayamos implementado tan tarde y tan atropelladamente está provocando una subida del precio de la vida que lxs especialistas conocen como inflación verde o greenflation. Es una transición que te empobrece. Sobre todo porque las cadenas de suministro y minería no están teniendo tiempo para adaptarse.
El ‘cómo’ es el problema
Y no te equivoques: la alternativa a la transición energética es aún peor. La inacción, además de suponer una irresponsabilidad hacia el planeta y el resto de animales con los que lo compartimos, supondría un aumento de las olas de calor, de las sequías y de las inundaciones, lo que daría lugar a pérdidas de cosechas, daños en las estructuras y muchas más fuentes de pérdidas económicas. La transición debe tener lugar. El problema es cómo se está haciendo. Además de ser desordenada, por lo mucho que han tardado los gobernantes en actuar, está siendo desigual y aún falta que las potencias mundiales y las empresas apuesten realmente por la energía limpia.
Como explica en Business Insider la economista senior Silvia Dall’Angelo, de la Federated Hermes Ltd, hay una “falta de inversión suficiente en las fuentes de energía necesarias para amortiguar la transición de los combustibles fósiles a las energías renovables”. Al mismo tiempo, la Unión Europea y muchos otros países del mundo, incluido España, abandonan progresivamente la inversión en los combustibles fósiles. Se produce entonces una situación a la que puedes culpar de que la compra te salga más cara: “las renovables no se han desarrollado como para cubrir el vacío que dejan los combustibles fósiles”. Hay menos oferta. Pero más demanda.
Pagan más por la energía
Y el mercado funciona como funciona. En un periodo de elevada demanda de la energía como ahora, donde además la oferta disminuye, los precios no pueden hacer otra cosa más que aumentar. A fin de cuentas, todas las partes involucradas en que un alimento o un producto llegue a tu casa tienen que pagar más por la energía que utilizan en su actividad. El agricultor que paga mucho más por la energía de sus máquinas. El transportista que paga bastante más por la gasolina. El vendedor de la tienda que paga mucho más por la luz. Es una cadena que provoca que haya una inflación cada vez mayor. Y tu cuenta bancaria lo está notando. Es así.
Además, hay otro factor escondido detrás de la greenflation: las nuevas tecnologías de energía renovable requieren ciertos minerales en grandes cantidades. Como apunta, en este mismo medio, la investigadora Lara Lázaro, del Real Instituto Elcano, “está claro que la transición va a requerir materiales minerales como cobre, litio o cobalto, que han visto los precios aumentar”. Simplemente porque hay una mayor demanda y las reglas del mercado son las que son. Alcanzar la autonomía energética con las renovables será un hito. Mientras tanto, eres tú quien paga el precio de que las cosas se hayan hecho tarde y mal. Como siempre, ¿no?