Antes de que estrenemos los próximos calendarios de pared y nos lancemos a nuevas historias y capítulos amorosos, vamos a reunir una lista de personas que nunca deberían ser tu pareja si queremos conservar y potenciar nuestra salud física y mental. Si conseguís alejaros de este tipo de especímenes, os auguramos una mejor calidad de vida. Algún día nos lo agradeceréis.
1. Las personas “Pupitas”
La queja constante es su modo de expresión. Cuando no están al borde de la muerte por un constipado absurdo, o creen que les tienen que amputar un dedo por haberse cortado con la hoja de un cuaderno, estarán quejándose de lo mal que les ha ido el día, de lo dura que es la cuesta de enero, o de lo poco que les apetece salir a la calle con el frío que hace. Huid, el lenguaje negativo y con tendencia a la exageración que usan casi por sistema, es tóxico. Y además puede provocar contagio si no sabemos protegernos a tiempo.
2. Los mentirosos compulsivos
Las personas aquejadas de infidelidad patológica se encuentran dentro de esta categoría, pero no sólo nos referimos a quienes disfrutan llevando varias relaciones al mismo tiempo a escondidas, por supuesto, si no que abarcamos a quienes mienten porque sí, por defecto. Lo mismo da que preguntes por el plan que hicieron ayer por la tarde, por lo que cenaron en casa de su abuela, o por ese olor a perfume femenino que llevan en la camisa. Mentirán. Son difíciles de descubrir, pero una vez que se les caza...abrid la puerta y corred.
3. Personas con las que no puedes ser tú mismo
La naturalidad debe ser uno de los bienes más preciados en una relación. Las conversaciones, el sexo, los planes, agradecerán que tanto uno como otro sepáis pedir y dar sin sentiros obligados por lo que quiere o necesita el otro. Si te gusta bailar como si te poseyera Celia Cruz y tu pareja es un bicho palo, no te cortes. Si odias el heavy pero a tu pareja le vuelve loco, dile sin tapujos que no le acompañas al concierto. Adaptarse no significa convertirse en el otro. Fingir, sea el contexto que sea, desgasta neuronas de manera innecesaria.
4. Gente que vive anclada en el pasado
Esa frase de “Cualquier tiempo pasado fue mejor” la llevan tatuada en el alma, y se encargarán de hacértelo saber cada poco tiempo. Su ex fue la persona que más le ha querido, la primera vez que viajó a ese pueblo idílico donde estáis y así un largo etcétera de comparaciones temporales. Vivir el presente es la única manera de disfrutar la vida y exprimirla de verdad. O nos sacudimos a este tipo de personas, o el lastre pesará tanto que no seremos capaces de movernos.
5. Los que huyen con el olor a compromiso
Con las personas que temen al compromiso hay que tener mucho cuidado porque se están convirtiendo en una plaga, y al principio engañan. Todo es genial, los planes surgen solos, las citas se llenan de charlas o carcajadas, en la cama os entendéis de lujo...pero cuando llegáis a un número de encuentros o a una frecuencia que para esta gente huele sospechosamente a relación, desaparecen. Volverán, porque les apetecéis, porque hay un buen rollo inevitable, pero ¡ojo!, recaen en las huidas. Pueden pasar dos cosas: que os aburráis y les terminéis mandando muy lejos, o que os enganchéis de más y tengáis que marcharos vosotros para no acabar con camisa de fuerza ante tanta ida y venida.
6. Personas que juran fidelidad eterna a Peter Pan
El síndrome de Peter Pan es un problema a erradicar. Ese niño interior que todos tenemos no hay que callarlo nunca, es el responsable de que disfrutemos de muchos instantes sin las presiones que la sociedad nos ha malenseñado. Pero a ver, un momento de atención: dejar a Peter Pan sentadito en casa algún día tampoco está de más. Quizás con 35 años no hace falta emborracharse de jueves a domingo por norma general y se le puede dedicar una tarde tranquila y sin resaca a terceros. Si veis que vuestro rollete tiene cierta tendencia a llamaros Wendy, vestir leotardos verdes, o incapacidad para tratar las relaciones o la vida con un ligero aire de madurez cuando es preciso, deberíais ir abandonando el lugar.
7. Personas demasiado racionales
Te miran y están calculando. ¿Tienen corazón o un trozo de cemento ahí dentro? Las operaciones matemáticas para decidir el siguiente paso se les dibujan en las pupilas. Controlan cada movimiento y la consecuencia del siguiente. No hay beso que no esté programado, ni abrazo no meditado. Dan ganas de zarandearles para ver si les brota la frescura y dejan de anticiparse para disfrutar sin más de la relación. Pero no, no suele pasar, la racionalidad excesiva es un mal hasta ahora incurable.
Bonus track: Las personas enmadradas
Esta categoría viene de regalo, que estamos casi en Navidad, y además es un perfil muy completo porque puede reunir todos los puntos anteriores. Se las reconoce fácil porque suelen pronunciar frases como “A mi madre le sale mejor”, “Mi madre me ha dicho que deberíamos...”, “Voy a llamar a mi madre a ver qué opina”. Cuidado, porque cuando os queréis dar cuenta las decisiones de pareja nos son cosa de dos, sino que siempre habrá un jurado popular con ganas de participar en cada bronca o conversación importante.
Ahora sí, dicho esto, lanzaos a conocer a mucha gente nueva, charlad hasta quedaros afónicos, y arriesgad ante la duda. Nunca se sabe en qué conversación te vas a dar cuenta de que tienes delante a un gran compañero de viaje o a una de esta categorías de las que hay que huir... como de la peste.
Crédito de la imagen: Emmanuel Rosario