De lo primero que debes darte cuenta es que tu ciudad no ha sido construida para ti sino para tu coche. Tú le eres absolutamente indiferente. Si no, mira a tu alrededor y hazte estas preguntas. ¿Cuánto espacio de la calle está dedicado al coche y cuánto a las personas? ¿Tienes facilidades para moverte a pie, en bici o en transporte público, o es mucho más cómodo coger el coche?¿Utilizas la calle para otra cosa que no sea para desplazarte de un lugar a otro?
Puede que contestes: "Bueno, ya, vivo en una ciudad, si quisiera otra cosa me iría a vivir a un pueblo". Pero es muy probable que cuando acabes de leer este artículo tu forma de ver las cosas haya cambiado radicalmente. Especialmente cuando sepas que este tipo de ciudad te está matando, que otro tipo de ciudad es posible y que ni siquiera es tan difícil transformarla.
Contaminación atmosférica
Lo de que tu ciudad te mata no es una exageración ni un clickbait que ponemos en el título para que entres a leer. La Organización Mundial de la Salud OMS dice que en 2012 el último año analizado tres millones de las muertes prematuras fueron por culpa de la contaminación atmosférica y la mayor fuente de emisión en las ciudades son los coches. Pero, si esta cifra se te hace muy grande y quieres pensar que solo ocurre en China o India —donde cierto es que tienen muchos más problemas que nosotros—, simplemente en la ciudad de Barcelona cada año mueren prematuramente 3.500 personas por esta razón.
Ahora sal a una calle en la que pasen coches, pega una buena bocanada de aire y llena tus pulmones. Debes saber que, además del conocido CO2, el nitrógeno y el ozono, habrás inhalado también unas partículas tan pequeñas que de tus pulmones pasan directamente a la sangre. Y así cada día de tu vida, cada vez que respiras. La OMS ya ha aceptado que la contaminación atmosférica es la segunda causa de cáncer de pulmón por detrás del tabaquismo. Además, provoca o agrava el cáncer de colon, enfermedades cardiovasculares, diabetes e, incluso, enfermedades mentales como la demencia.
Contaminación acústica
Otra forma en la que los coches de tu ciudad te están matando lentamente es a través del ruido que producen. Tal vez te parezca una tontería, o te hayas acostumbrado a vivir en una avenida con trasiego constante de coches, pero es algo que también te está afectando aunque tú no le des importancia. "Aunque el ruido al que estamos sometidos durante la noche no nos despierte, eso no significa que no está perjudicando al importantísimo proceso regenerador que hace nuestro cerebro durante el sueño", explica la investigadora centro ISGlobal María Foraster, especialista en contaminación acústica y salud.
El ruido constante también afecta a tu concentración, al desarrollo del cerebro de los niños, te provoca estrés, insomnio, la falta de descanso hace que tus defensas bajen, a la larga hace que pierdas oído, etc. Eso si el piso compartido en el que vives está en una zona con mucho tráfico, porque si te lo has buscado en una zona de fiesta, puede ser casi peor. “El cerebro se acostumbra al ruido del tráfico o del tren porque tiene una cadencia constante, mientras que el ocio nocturno es un sobresalto continuo. Son sonidos muy violentos: una persona suelta un grito, otro tira una botella…”, explicaba el portavoz de la Coordinadora de Asociaciones de Vecinos Madrid Centro a El País en este especial sobre ruido.
Sedentarismo
El hecho de que la ciudad en la que vives le dedique más espacio a los coches que a los peatones y a las bicicletas hace que te levantes de la cama, te sientes en el coche o en la moto, estés ocho horas más sentado en la oficina y vuelvas a casa a tirarte en el sofá. Según la OMS el 60% de la población mundial no hace la suficiente actividad física que implicaría caminar por lo menos 20 minutos al día.
Si tu día a día fuera más dinámico, tal vez no tendrías que hacinarte en la clase de bodypump de tu gimnasio low cost para evitar los problemas de sobrepeso y los demás problemas de salud que te trae el sedentarismo.
¿De quién es la calle?
Cada vez que se introduce una ley antitabaco en un país las resistencias son las mismas: 'la gente va a dejar de ir a los bares', 'los restaurantes se van a vaciar'... Pero después de un tiempo todo el mundo, incluso los fumadores, se dan cuenta de lo mucho que ha mejorado su vida. A Jan Gehl, que es un reputadísimo urbanista y arquitecto que se ha pasado su vida arrancando las ciudades de las garras de los coches y devolviéndoselas a las personas, le ha pasado lo mismo cada vez que empezaba un proyecto en una nueva ciudad.
"Esto aquí va a ser imposible", "nuestra ciudad es diferente", "aquí nadie va a dejar el coche", decían los vecinos... y todas ellas se han transformado demostrando que la calle no tiene por qué ser solo un lugar para desplazarse. Además, bajando la contaminación atmosférica y acústica, aumentando las garantías para desplazarse andando o en bicicleta, se reducen muchos problemas de salud que tenemos simplemente por el hecho de vivir en la ciudad. Con suerte, algún día vivir como un urbanita no implicará renunciar a vivir en un entorno saludable.