El aceite de oliva es uno de los ingredientes estrella de la gastronomía española. Primero, porque cuenta con un sabor único que da un toque maravilloso a ensaladas y muchos otros tipos de platos. Segundo, porque es un alimento que cuenta con ácidos grasos, vitaminas, minerales y polifenoles muy beneficiosos para el organismo. El problema es que desde hace un tiempo para acá su precio se ha vuelto totalmente loco: en los últimos siete años su coste ha ascendido de una media de entre dos y cuatro euros el litro a una media de entre siete y diez euros. Es una de las razones por las cuales desde Vitónica recomiendan no comprarlo en exceso. Tu bolsillo necesita un respiro.
Pero no es la única. Otra muy importante es que, cuando das con alguna oferta un poquito más barata de la cuenta, estás frente a un aceite de menor calidad. En palabras de lxs expertxs del citado medio, “las ofertas que estamos recibiendo aprovechando los altos precios del mercado en la actualidad no son más que oportunidades de los almacenes para deshacerse del aceite de oliva de la cosecha anterior”. O dicho de otra manera: no tienes la garantía de estar llevándote a casa, y al estómago, un aceite de oliva fresco que conserve todos sus componentes, propiedades y características organolépticas al 100%. ¿Para qué gastarte un dineral sin la seguridad de estar adquiriendo calidad?
Y la tercera razón para no hartarte de comprar garrafas de aceite de oliva ahora mismo es el tipo de demanda que caracteriza a este producto desde siempre: una demanda elástica a partir de la cual su precio varía conforme varía la intención de compra del consumidor. ¿Qué quiere decir esto? Pues que en estos momentos, con todo el mundo intentando pillar garrafas y garrafas, la alta demanda asciende los precios, pero si la inmensa mayoría de la gente se niega a gastarse once o doce euros en un litro de aceite, es esperable que en la próxima campaña los precios sean más bajos por el interés de los productores en vender el producto. Hay que ser inteligentes. Todxs juntxs.
Además, hay un motivo extra para no apuntarse a la moda de la compra de garrafas: un hogar español estándar consume menos de dos litros de aceite de oliva al mes, lo que significa que una garrafa permanece abierta varios meses, provocando que “sus propiedades puedan alterarse durante la conservación en casa”. No merece la pena. Mientras los precios vuelven a cifras menos salvajes, puedes optar por otros aceites de calidad como el aceite de girasol alto oleico, el aceite de soja, el aceite de nuez o el aceite de sésamo. Así obtendrás los ácidos grasos que tu cuerpo necesita sin arruinarte el presupuesto todos los meses. Es una pena porque el AOVE es genial, pero así están las cosas.