Dos ejercicios para liberar la rabia de manera efectiva

Y sin provocar tsunamis emocionales a tu alrededor

La ira es una de las emociones más potentes que puedes experimentar. Una que recorre todo tu cuerpo, que nubla tu capacidad de empatía, que puede conducirte a hacer cosas que nunca pensarías que podrías hacer. Es un sentimiento transformador. Y, en cierto sentido, es hasta placentero. Te sientes poderosx. Liberadx. Full de energía. No parece haber nada capaz de frenarte. Sin embargo, y por muy satisfactoria que pueda llegar a ser en el momento, la realidad es que entregarse a la ira sin más no suele tener muy buenas consecuencias. Todo puede empeorar muchísimo más bajo su influencia no controlada. La pregunta es: ¿cómo domarla cuando parece totalmente indomable?

La doctora y psicóloga Nicole LePera, creadora de la comunidad SelfHealersCircle, cuenta con un método perfecto para controlar la ira en las situaciones más extremas, cuando esta aparece en tu mente y en tu cuerpo como una fuerza desbordante y desencadenada. En concreto, dice en una publicación en X, lo que antes solía ser Twitter, debes colocarte ante una pared con las manos apoyadas en la misma y cerrar los ojos. Una vez ahí, apuntan desde El Confidencial, medio que difunde las enseñanzas de LePera, “debemos rememorar y evocar lo que nos está haciendo sentir rabia, y dejar que ese sentimiento florezca por completo”. No lo reprimas. No lo midas. No lo juzgues.

Escucha y déjate sentir

”A continuación, debemos empujar con nuestras manos y todas nuestras fuerzas el muro como si quisiésemos derribarlo”. En lugar de darle todo el poder a la ira y permitir que afecte a terceras personas o de censurar internamente la emoción y provocar que se acumule o salga por otra vía en el futuro, con este método consigues “liberar toda la ira y la tensión, devolviendo al sistema nervioso a un estado de homeostasis”, es decir, de equilibrio interior, pero sin generar daños a tu alrededor. Esto es clave. Al fin y al cabo, y esto lo sabes muy bien a estas alturas de la vida, un episodio de rabia dirigido a los demás puede estropear e incluso terminar con algunas relaciones.

¿Qué ocurre si mientras empujas la pared te entran unas ganas irremediables de llorar? Pues que deberías fluir con la situación y permitirte el llanto tanto como lo necesites. Después de todo, la tristeza y la rabia son dos emociones con una relación muy complicada. El rechazo, por ejemplo, despierta en ti un sentimiento de ira, pero en el fondo predomina una base de tristeza. Además, y a causa de los roles de género que la sociedad ha perpetuado, los hombres tienden a sustituir la tristeza por rabia y las mujeres la rabia por tristeza. Tienen legitimados algunos sentimientos y otros no. Una estupidez que va cayendo poco a poco por su propio peso. Sé fiel a tus emociones.