¿Alejas a la gente? Estos rasgos son los responsables

Deshonestidad. Impaciencia. Competitividad. La receta perfecta para que huyan de ti

Que la gente extrovertida tiene mayor facilidad para iniciar relaciones sociales es una realidad innegable. Sin embargo, y una vez nacen, los rasgos de la personalidad que permiten conservarlas no tienen nada que ver con la extroversión o la introversión. Es la conclusión del estudio llevado a cabo por lxs investigadorxs chipiotras Menelaos Apostolou y Panagiota Vetsa y publicado en la revista especializada Evolutionary Psychological Science: tras analizar las opiniones de más de 1.000 personas, confirmaron que hay una serie de rasgos deseables e indeseables que hacen que mantengas cerquita a la gente o la alejes de ti que son independientes del aperturismo social.

Comencemos con lo malo. Al parecer, y de media, el rasgo de la personalidad más indeseable, aquel que hace que te vayas quedando cada vez más solx en la vida, es la deshonestidad y todo lo que tiene que ver con ella: la hipocresía, la explotación, la mentira, la malicia o el egoísmo. Son cosas que la gente no soporta. Quizás tarden en calarte, pero una vez comprenden que eres deshonestx por naturaleza comenzarán a poner tierra de por medio. Y no puedes culparles. Especialmente detestable parece ser la falta de sinceridad unida a otros defectos como son el desagradecimiento, el quejiquismo, la brusquedad, el desprecio, la negatividad, el tacañismo y la arrogancia.

Cuidado con la competitividad

Y luego viene la impaciencia, el segundo rasgo de la personalidad que más aleja de ti a quienes quieres tener a tu lado y un saco en el que lxs encuestadxs metían defectos como la impulsividad, la indecisión, la inmadurez, la irritabilidad, el pesimismo, la pereza o la mala ostia. Para acabar está la competitividad, que suele traducirse en taritas como el egocentrismo, el narcisismo, la susceptibilidad, la censura, la ironía o la celosía. Si cargas con estos tres grandes rasgos, deshonestidad, impaciencia y competitividad, te va a resultar difícil mantener tus relaciones familiares, de amistad y románticas. La buena noticia es que puedes cambiar. Aunque solo sea una pizquita.

¿Hacia qué? Pues hacia los rasgos más deseables. Según el estudio de estxs autorxs, son la honestidad, la ética y la disponibilidad, el tridente del buen ser humano en el que entran virtudes como la sinceridad, la confiabilidad, la autenticidad, la decencia, la amabilidad, la positividad, la educación, la intencionalidad buena, la utilidad, la generosidad, la escucha activa, la presencia en momentos cotidianos y, por encima de todo, la presencia en los momentos complicados. Si luces estas bondades da igual que seas más inteligente o menos, más gracioso o menos, la gente va a querer preservarte porque eres una joya. Ser buena gente es siempre el camino correcto.