El papel de la humanidad en el relato colectivo acerca del universo ha ido perdiendo protagonismo siglo tras siglo como consecuencia de los descubrimientos científicos. Un día descubrimos que el planeta que habitamos no era el centro de todo. Que la estrella que posibilita nuestra vida es una simple estrella mediana en un cosmos que contiene un número ridículo de cuerpos similares. Y que en absoluto éramos la especie elegida por alguna deidad, sino un fruto más de la evolución como cualquier otro animal. En principio, todo esto debería ser desalentador. No obstante, algunxs psicólogxs lo están explotando como terapia para mejorar la salud mental de sus pacientes.
Bajo el nombre de terapia de irrelevancia cósmica, este método de afrontamiento de los problemas actúa como una especie de amplificación de las estrategias de defusión psicológicas que tan buenos resultados ofrecen. En palabras de la experta Anna Katharina Schaffner, “la defusión nos permite tomar una sana distancia de nuestros pensamientos y sentimientos y adoptar la posición de un observador curioso”. Es decir, sales de tu autoobsesión, te alejas lo suficiente y miras tus movidas desde la lejanía, lo que “evita que quedemos atrapados, perdamos el sentido de perspectiva y proporcionalidad y reacciones impulsivamente”. Ese distanciamiento frío te da sabiduría.
En este sentido, lo que hace la terapia de la irrelevancia cósmica es llevar la defusión a otro nivel. Como dice Schaffner, escritora y profesora de la Universidad de Kent, en Reino Unido, esta terapia “nos anima a mirar el planeta como un punto azul pálido en el espacio profundo, y a nosotros como la más pequeña partícula sobre ese punto”. De esta manera, situándote a ti y a tus problemas en el esquema global de todo el universo, todo lo que te come la cabeza a diario parece absurdamente insignificante. Y en un primer momento puede producirte cierto vértigo. Cierto vacío existencial. Pero a la larga es un alivio. Nada es tan determinante como para merecer tu angustia.
”Obviamente no podemos pensar así todo el tiempo. Costaría mucha energía mental y probablemente nos volvería locos. Sin embargo, podemos aprender a activar este punto de vista cósmico en momentos de estrés y problemas, lo que colocará nuestro propio sufrimiento y desafíos en un contexto espacial y temporal mucho más amplio que brindará consuelo”, añade esta especialista. Y aún mejor si consigues hacerlo con una pizca de humor en la ecuación. Mira cuántas galaxias. Intenta imaginar todo el cosmos en tu mente. ¿No es gracioso ver cómo unx pequeñx primate como tú se esfuerza tantísimo por controlarlo todo? ¿No te sientes mucho más libre?