Quizás la procrastinación no sea tan mala

En algunas situaciones puede prevenir resoluciones defectuosas de las tareas

La procrastinación suele venderse como uno de los comportamientos más autodañinos. Después de todo, el retraso de algunas tareas del día a día o de algunas tareas excepcionales puede tener consecuencias serias sobre tus relaciones, tu economía, tu salud, tu carrera o tu bienestar emocional. Sería mucho más inteligente hacerlas cuanto antes. Sin embargo, y aunque todo esto es cierto, la especialista de la Universidad de Loughborough Pragya Agarwal tiene una perspectiva complementaria a esa otra tan negativa: la procrastinación también puede proporcionar beneficios a las personas en algunas ocasiones. No deberías demonizarla universalmente. Ni en ti ni en los demás.

Procrastinar como escudo a la impulsividad racional

En concreto, y como expresa en una publicación en The Conversation, “no siempre es malo retrasar las tareas: creo que a veces nos da la oportunidad de reflexionar sobre las incertidumbres”. Especialmente en personas con una predisposición psicológica a la ansiedad y a la impulsividad. En casos así, las tareas pueden ser resueltas desde las prisas, lo que puede desembocar en dos problemas diferentes. Por un lado, una resolución deficiente de la tarea. Que sea hecha de mala manera. Por otro lado, hacerla cuando no corresponde hacerla en realidad, movidas simplemente por la presión o la autopresión de completarlas. La procrastinación proporcionaría así una claridad profundamente útil.

En palabras de la propia Agarwal, “la investigación muestra que la procrastinación puede ayudarnos a navegar emociones difíciles, lo que potencialmente conduce a un mejor trabajo final”. Piénsalo. Imagina una situación laboral o sentimental en la que se requiere por tu parte una respuesta. Imagina que estás estresadX. O enfadadX. O nerviosx. El abordaje inmediato de la tarea supondrá hacerlo desde el dominio ejercido por esas emociones. Y aunque son lícitas, y está bien permitirse sentirlas y tenerlas en cuenta, nunca es muy inteligente actuar mientras estás poseídxs por ellas. En ese sentido, procrastinar sería una manera de enfriarte poquito a poco y de poner las cosas en su sitio.

Un problema de salud: no una debilidad de carácter

Por supuesto, hay personas que no muestran una procrastinación adaptativa y saludable, sino una procrastinación crónica y disfuncional. Pero incluso en estos casos Agarwal recomienda no tomarlo como una debilidad del carácter, puesto que “no es un signo de pereza, tal y como suele etiquetarse”. Es un problema de salud mental. Uno del que, dice esta experta, no debes avergonzarte, ya que esto puede agravarlo y provocar que postergues las cosas aún más de la cuenta. En su lugar, “perdónate por procrastinar”. Observa tu comportamiento y analiza lo más objetivamente posible si tu procrastinación te ayuda o perjudica. Y si es lo segundo, busca ayuda profesional. Porque puedes mejorar.