Has tenido un día maravilloso. Te han felicitado en el curro por un proyecto en el que has participado, te han llovido unos cuantos matchs muy prometedores en Tinder y todxs tus amigxs vienen a tu barrio a tomarse algo contigo esta noche. Imposible que nada en este mundo te cambie la vibra. O no. Porque sin venir a cuento tu mente ha rescatado del pasado una escena en la que hiciste el ridículo de un modo brutal. Han pasado ocho años. O quince. O veinticinco. Pero ahí estás muriéndote de la vergüenza y sintiéndote como una mierda. ¿Cómo es siquiera posible?
Para comprenderlo primero tienes que entender cómo funciona la recuperación de recuerdos. Según dice el psicólogo clínico David John Hallford, de la Deakin University, en una publicación para The Conversation, "hay dos formas en las que recordamos experiencias de nuestro pasado: una es intencional y voluntaria e involucra un proceso deliberado durante el cual buscamos el recuerdo en nuestras mentes, y la segunda es involuntaria y espontánea" y ocurren por asociación. Tu cerebro recupera recuerdos que comparten el contexto, la temática o la emoción que tienes delante.
A veces la asociación es evidente. Como cuando tu cerebro te devuelve el recuerdo de tu caída en la ceremonia de graduación de la uni al ver a una persona caerse torpemente en la calle frente a ti. Pero en otras ocasiones escapa a tu comprensión. Quizás fue un sonido. O un olor. O una sensación. La cuestión es que aquel momento tan desagradable vuelve a ti. Y no lo hace por casualidad. El hecho de que tu cerebro lo haya almacenado tan fielmente todos estos años tiene un sentido: poder hacértelo ver de nuevo, poder hacerte pasar el mal rato, para que no caigas en el mismo error.
Esos recuerdos pueden enseñarte muchas cosas
Es un mecanismo de aprendizaje. Todo ello. Por eso no debes huir de esas sensaciones que trae consigo ese mal recuerdo. En palabras del propio Hallford, "los recuerdos involuntarios pueden hacernos sentir muy tristes, ansiosos e incluso avergonzados", pero "es importante que sintamos estas emociones para manejar situaciones futuras de manera diferente". Porque no es un castigo arbitrario y perverso de tu cabeza. No es una maldición de la que desear deshacerse. Es parte de lo que te hace humanx. Es una herramienta para protegerte en los escenarios similares que vendrán.
No obstante, y aunque todas las personas viven estas regresiones mentales al pasado más bochornoso, las hay con más probabilidad de hacerlo. Como aquellas que se sienten deprimidas, aquellas que experimentan mucha ansiedad o aquellas que viven una época de duelo, vergüenza o culpa. También las personas tendentes a la rumiación. En casos así los malos recuerdos suelen aparecer con demasiada frecuencia. La única solución entonces, dice Hallford, es la reconsolidación: investigar en los recuerdos para hallar aspectos positivos y cambiar las emociones respecto a ellos.