Este mundo está lleno de intensitxs que publican posts en Instagram con frases del rollo la literatura me salvó o sin los libros no estaría aquí. Y da un poquito de cringe. La vida es demasiado rica y compleja para reducirla a una sola cosa. Incluso si esa cosa es un arte tan bonito como el de la escritura. Dicho esto, y si le bajamos unos cuantos tonitos de intensidad a esas declaraciones, pueden albergar cierta verdad. De hecho, muchxs profesionales de la psicología están utilizando precisamente los libros para contribuir al proceso de sanación de sus pacientes. Tiene un nombre: biblioterapia, y las investigaciones realizadas al respecto demuestran que efectivamente contribuye a la buena salud mental.
En concreto, y según cuenta la terapeuta estadounidense Heather Rose, “la biblioterapia tiene el potencial de disminuir la depresión, mitigar los efectos de los trastornos alimentarios, ayudar a los niños a superar los impactos de la ansiedad y la agresión, fomentar el comportamiento prosocial y reducir el estrés en los estudiantes universitarios”. Y tiene una explicación: los seres humanos vivimos a través de nuestros relatos y los libros están colmados de ellos. En este sentido, las novelas actúan en muchos casos como espejos de partes muy profundas de ti a las que no puedes llegar a través de la literalidad del mundo real. Y no solo eso: también te conectan emocionalmente con otros seres (ficticios).
No obstante, la biblioterapia va mucho más allá de la simple lectura. Su primera fase sí consiste, lógicamente, en la interacción del paciente con el texto literario, pero la segunda fase es tan o más importante: se trata de la discusión significativa entre paciente y terapeuta acerca de las sensaciones emanadas de la lectura, de las acciones morales de los personajes y, en definitiva, del contenido del libro. Es ahí donde pueden trazarse paralelismos con tu situación personal. Es ahí donde tu biblioterapeuta puede trasladar la historia ficticia a tu vida para impulsar tu crecimiento personal. Los protagonistas de tus novelas favoritas pueden darte las herramientas psicológicas que necesitas.
En palabras de Rose, “a medida que el protagonista trabaja en el conflicto de la historia hacia una resolución, nosotros también nos hallamos emprendiendo un viaje emocional y reflexionando sobre el camino de nuestra propia vida”. Y lo mejor de todo es que, tal como demuestra la investigación científica, la lectura de ficción flexibiliza el cerebro y lo hace más capaz de evolucionar y mejorar ciertos rasgos del carácter, además de proporcionar mayor autoconocimiento, mayor autoconciencia y una teoría de la mente más sólida. Los libros no te salvan del mundo, pero pueden ser refugios maravillosos donde sanar las heridas y regresar más fuerte. Abrázalos con ganas.