Si no has pegado ojo en toda la noche porque te quedaste enganchado al TikTok, bebiste café demasiado tarde o simplemente los pensamientos intrusivos no paraban de asaltarte, estás en el lugar correcto.
Seguramente te sientas cansado y de mal humor y esto tiene una explicación científica. La privación de sueño ralentiza los tiempos de reacción, perjudica la toma de decisiones y vuelve más difícil concentrarse. La razón es simple: en el cerebro, la actividad en la corteza prefrontal, encargada del control y la planificación, disminuye. A su vez, la amígdala, relacionada con la ansiedad y el estrés, entra en un estado de alta actividad, generando una sensación de alerta.
Pero aun así, se puede salvar el día. Al menos, de una manera digna. El recurso más a mano es echarse una siesta. Pero ojo, nada de siestas eternas que te despiertas en otra época. Una siesta de no más de 30 minutos mejora el rendimiento cognitivo de inmediato. No hace falta llegar a un sueño profundo; con solo un poco de descanso, el cerebro recibe el impulso que necesita para sobrellevar el día.
Prueba con la actividad física
Para mantenerse alerta, la cafeína es otra aliada. En cantidades moderadas, mejora la atención y el ánimo, pero el exceso puede ser contraproducente, generando ansiedad y palpitaciones. Para evitar efectos adversos, los expertos recomiendan tomar un par de dosis controladas en lugar de varias tazas a lo largo del día.
La actividad física también juega un papel importante. Aunque parezca contradictorio y lo último que te apetezca sea moverte, realizar ejercicio después de una mala noche contrarresta la fatiga y la somnolencia. Investigaciones recientes indican que el ejercicio incluso mejora el control cognitivo tras la falta de sueño. Y si es al aire libre, mejor aún. La exposición a la luz natural es otra manera eficaz de reactivar el cerebro y aumentar los niveles de energía, por lo que una caminata a mediodía puede resultar muy revitalizante.
Afrontar el día con sensatez también implica reorganizar el horario para reducir el riesgo de cometer errores. Vamos, que si puedes cancelar algún plan o posponer tareas más complicadas, mejor. Otro punto a considerar es evitar conversaciones o decisiones importantes. La falta de sueño aumenta la reactividad emocional y disminuye la capacidad de análisis, lo que puede convertir hasta la conversación más trivial en un desafío. A su vez, las decisiones financieras o personales pueden ser peligrosas en un día así.