Esta semana tienes una entrevista de trabajo. Hay muchas potenciales situaciones que te preocupan de tal cita, pero probablemente sea la pregunta acerca de las expectativas salariales la que más preocupado te tenga. Y es normal. Por mucho que quieran venderte la moto de que lo importante de un curro es que te apasione, la realidad es que los ingresos económicos tienen un impacto innegable en el bienestar. Es por eso que debes saber moverte ante este tipo de cuestiones para poder venderte de manera justa y terminar cobrando lo que quieres cobrar. Y para ello tiene Susan Krauss, profesora de ciencias psicológicas de la Universidad de Massachusetts Amherst, tres consejos claves.
El primero de ellos es ser tú quien realiza la contraoferta. Como explica la propia Krauss, las investigaciones muestran que esta táctica ofrece mejores resultados en quienes no parten con un gran poder de negociación. Obviamente, si eres la Aitana Bonmatí de tu profesión, puedes ir directamente al cuello y proponer la cifra que deseas. Para el resto de los mortales, dejar que sea la persona reclutadora la que propone una cantidad suele ser más productivo. Y una buena manera de conseguirlo es tomar tú la iniciativa de preguntarle sobre cuánto están dispuestos a pagar. De lo contrario serás tú quien sea preguntadx y te resultará difícil hacer rebotar la cuestión. Sé ágil e inteligente.
El segundo consejo tiene que ver más con el trabajo de tu autopercepción que con algo que debas hacer en el momento de la entrevista: se trata, en palabras de Krauss, de “pensar en ti mismo como digno de la mejor oferta”. Al fin y al cabo, y aunque no lo expreses con palabras, tu lenguaje corporal transmite mucho acerca de tus emociones. Y si unx reclutadorx o unx empresarix descubre que dudas de ti, que no crees que merezcas determinado sueldo, es muy probable que se aproveche de ello para ofrecerte un salario a la baja. Te lo tienes que creer. Tienes que confiar en tu potencial. Tienes que ganar en autoestima. Es algo que te valdrá para todo en esta vida. Para todo.
El tercer y último consejo tiene más miga: “desvincúlate de tu autoanclaje artificialmente bajo”, lo que inevitablemente está conectado con el paso anterior. Si en tu fuero interno estás dispuesto a conformarte con un salario bajo determinado, eso se transforma en tu ancla, y te lleva de manera inconsciente a no luchar por uno mejor. En su lugar, eleva tu autoanclaje. Ve a la entrevista con la idea clara de conseguir esa cifra que andas buscando. Y ojo: este set de estrategias no sirve únicamente para el entorno laboral, sino también para las relaciones personales y especialmente románticas. Después de todo, la socialización es negociación constante. No te vendas demasiado barato.