Los peligros de desahogarte emocionalmente en el trabajo

¿Buena idea? Depende del cuándo, del quién y del dónde

Has tomado una decisión: la próxima vez que unx compañerx de trabajo tenga un comportamiento de mierda y te haga rabiar vas a liberar al monstruo iracundo que llevas dentro. Y lo mismo con el resto de emociones. Si te sientes frustradx lo vas a hacer notar. Si el estrés te chupa la energía lo vas a hacer notar. Si te sientes dolidx lo vas a hacer notar. Has decidido que es una buena idea desahogarse emocionalmente en el trabajo en lugar de disimular y gestionar los sentimientos oscuros en la intimidad de tu cerebro. Has decidido actuar con total honestidad. Un modus operandi que, según cuenta el psicólogo especializado en relaciones laborales Michael Widerman, podría ser tu condena.

En principio, escribe, “puede resultar útil compartir con tus compañeros de trabajo lo que sucedió y cómo te sientes al respecto”. No obstante, hay una serie de circunstancias que podrían convertir en una pésima idea eso de desahogarte libremente en la oficina. Como el cuándo. “La necesidad de desahogarse surge cuando la emoción es más intensa y el riesgo es que en el calor del momento puedas decir cosas de las que luego te arrepientas”. Porque en esos instantes no eres tú del todo. Estás poseídx por la ira o por la tristeza y dejas que las palabras fluyan sin ninguna reflexión. Incluso si tienes razón, la probabilidad de que las formas hundan tu discurso son bastante altas.

Piensa desde casa cómo te sientes

Y también está el quién. ¿Te estás desahogando con la primera persona que pasa por tu lado? ¿Le estás confiando tus emociones y esperando total confidencialidad? ¿Te estás dando el lujo de vomitar tus sentimientos contra alguien que tiene poder sobre ti? Los desahogos son muy placenteros y muy subversivos, pero tienen consecuencias. Y tienes que estar dispuestx a desencadenarlas y aguantarlas. Por último, cuenta Widerman, está el dónde: “Un riesgo es que podrías actuar como lo harías en tu casa y, al desahogarte, es posible que no te des cuenta de quien más puede estar al alcance del oído: compañeros, supervisores, clientes, pacientes...”. La puedes cagar bien gorda.

Para evitar todo esto, y siempre según este especialista, puedes optar por una medida de contención: se trata de escribir un diario de lo que te ocurre en el trabajo y de las emociones que despierta en ti. Y cada cierto tiempo, unos meses quizás, puedes sentarte a leer lo escrito para ver qué cosas sacas en claro. Quizás es muy evidente que cierta persona te trata indebidamente. O que unx superiorx es irrespetuoso. O que hay un estrés inhumano en el trabajo que hacer. Es ahí cuando, sin el calor emocional de por medio, puedes tomar decisiones y, si lo ves oportuno, plantarte frente a quien sea necesario para desahogarte sabiendo que tienes argumentos.